martes, 26 de agosto de 2008

Breve Historia de Egipto.

Tablilla de Narmer, dinastía I (3.100 a.C.). Tanto el estilo como la iconografía (el halcón) prefiguran el Egipto faraónico.

El Valle del Nilo entre los años 3.300-2.700 a.C.
Dentro de un marco natural en el que los cambios climáticos acabaron produciendo la desertización de la mayor parte del territorio, se produjo la evolución de una civilización sujeta al capricho de las crecidas del río Nilo. Todos los veranos, a partir del mes de junio aproximadamente, un limo oscuro cubría y fertilizaba las tierras de las orillas del río y hacía que prosperase la agricultura. Imaginemos un gran valle cubierto de cultivos y de frondosa vegetación rodeado de un inmenso desierto por todos sus costados: ese es el paisaje del que dependían los antiguos egipcios. Sin embargo, este desierto era, en parte, una bendición, pues proporcionaba protección contra las invasiones (aunque no por eso se libraron de ellas) y abundantes riquezas minerales (alabasto, oro, cobre, turquesas, jaspe, lapislázuli...). Todas estas riquezas, que se iban incrementando a medida que Egipto conquistaba nuevos territorios, sirvieron para que esta civilización nunca se viera aislada. Egipto era un lugar de cruce de culturas entre África y el Oriente Medio (Mesopotamia y Siria) y entre el Mediterráneo y Nubia, en el ecuador africano.

La cultura faraónica empezó con pequeños asentamientos que basaban su vida en la adaptación al río. La última fase prehistórica de esta zona es el nagadiense o cultura de Nagada (3.300-3.100 a.C.) dividida, a su vez, en varias subfases. En la fase Nagada III se produjeron tres cambios importantes que ya anunciaban el característico Egipto Antiguo: la urbanización, la jerarquización extrema de la sociedad con la aparición de auténticos soberanos y la adopción de una misma cultura por parte de todo el territorio. Las primeras grandes aglomeraciones empezaron a surgir en el sur, como por ejemplo Abydos, Nagada, Coptos y Hierakómpolis. Esta última presenta los primeros rasgos de arquitectura monumental, entre los que destaca la tumba del mítico "Rey Escorpión".

También la cultura de Nagada vio emerger los nombres de los faraones que formaron la "dinastía O", con los que entramos ya en periodo histórico. Los textos más antiguos indican a un tal Menes como primer faraón, pero entre el supuesto reinado de los dioses y el de este primer rey existe una lista de monarcas considerados semidivinos: Ka, Narmer y Aha. Todos aparecen siempre identificados con Horus, en escenas de triunfo sobre sus enemigos o acompañados de atributos reales como la maza o el puñal. Sin embargo, se considera que la completa unificación de Egipto se produjo bajo el reinado de Menes.

A partir del año 3.100 a.C. empieza la "época tinita", que abarca unos 400 años y en la que se desarrollan las dos primeras dinastías. En este momento, el faraón ya está considerado la piedra angular del sistema ideológico, que queda conformado definitivamente. La escritura comienza su expansión mientras que la arquitectura monumental de ladrillo se extiende por las ciudades. De esto se deduce que el Estado estaba ya centralizado y era bastante eficaz. No obstante, es poca la información que queda de las dinastías I y II.

Aún así, se sabe que los conflictos eran bastante frecuentes por la abundante cantidad de escenas de guerra representadas, hecho que no fue un impedimento para que la institución faraónica fijara sus rasgos principales. El faraón ostenta el poder supremo, que es de naturaleza divina y se manifiesta en su titulatura. El título del soberano consta de tres nombre (cinco en época clásica): el nombre de Horus, que convierte al rey en heredero terrenal de los dioses; el de rey del Alto y del Bajo Egipto, que le otorga la soberanía sobre todo el país; y el de las "dos señoras", es decir, las diosas buitre y cobra, que también representan el norte y el sur. Sólo aquel que posee el nombre de Horus puede reinar y este nombre sólo pasa del faraón a uno de sus parientes masculinos, normalmente un hijo.

Además, también se establecieron entonces los atributos reales: la barba postiza, el cetro con el extremo curvo, el látigo, la doble corona, la maza y el puñal. Como heredero de los dioses, el faraón dirigía el mundo de acuerdo con las leyes que estos dictaban, ya fuera en el terreno económico, político, social o religioso. Para ello contaba con un enorme número de funcionarios en los que delegaba parte de su poder: los escribas, el visir, los cancilleres, los tesoreros, los embajadores y un largo etcétera.

Como es bien sabido, esto no hubiese sido posible sin el uso de la escritura. Los primeros textos egipcios datan aproximadamente del año 3.200 a.C. y se trata de paletas con dibujos y símbolos. Es posible que escribieran también en materiales que no han soportado el paso del tiempo, como el papiro. Egipto pasó un corto lapso de tiempo entre un sistema basado en dibujos a otro que usaba signos que se correspondían con un sonido. Pronto empieza a haber una dualidad (funcional y formal) entre la escritura usada con fines religiosos y la usada para otros menesteres. Sin embargo, en estos primeros momentos, formada por palabras sueltas o yuxtapuestas o por una sucesión de títulos y nombres, la escritura aún no refleja una sintaxis desarrollada, por lo que es más correcto hablar de "protoescritura".

Por último, las primeras manifestaciones de arte se encuentran, sin duda alguna, en las emergentes construcciones monumentales y en las moradas para los muertos hechas de ladrillo. Un ejemplo muy característico lo encontramos en las necrópolis de Abydos y Saqqarah, donde se encuentran las tumbas de los faraones de las dinastías I y II. Son las famosas mastabas de planta cuadrangular, cuyas paredes estaban decoradas con escenas de la vida de los difuntos y en cuyo interior también se encontraron esculturas y objetos que formaban el ajuar funerario: vajillas de marfil, joyas, recipientes de cristal, utensilios de cobre, muebles, juegos de mesa, etc. Al final de la época tinita empiezan a aparecer las construcciones de piedra en los edificios más importantes, pero aún eran escasas porque la piedra era un material costoso que no todo el mundo se podía permitir. Las demás manifestaciones artísticas que se han conservado son las esculturas y los bajorrelieves hechos de materiales diversos, como la piedra caliza, el alabastro, el cobre, el marfil, el oro... y que dan fe de las habilidades de los artesanos.

Ya en el año 2.700 a.C. y hasta el 2.200 a.C. se desarrolla el Imperio Antiguo, en el que las protagonistas son las dinastías III-VI. Pero eso en el próximo capítulo.


Tatiana Navarro Gimeno.


4 comentarios:

Unknown dijo...

Sabía que tenías un blog, pero pensaba que lo habías hecho y lo habías abandonado. Menuda sorepresa. Es un artículo cojonudo, sobretodo por su agilidad. Ale, mucha suerte.

Una pregunta, no entiendo eso de "protoescritura", ¿es por que la escritura de esa época era incompleta o era un eco de lo que vendrá o por que realmente esa forma no terminaba de ser "escritura? ¿Por qué?

Odiseia dijo...

Lo pongo ahí. La sintaxis no estaba desarrollada y no formaban oraciones completas (por ejemplo, todavía no escribían los verbos), solo eran palabras sueltas o los títulos del faraón y los funcionarios más importantes. Además, los signos que utilizaban eran aún arcaicos, el precedente de los que vendrán luego, y también poco desarrollados. Por eso se llama "protoescritura".

Odiseia dijo...

Por cierto, no lo había abandonado, solo estaba preparando el artíclo. Quería que estuviese bien y por eso me ha llevado su tiempo.

Odiseia dijo...

Ya está leido, ahora me toca a mi: Breve introducción al Blog
Besetes